Ya hace unos días que hemos aterrizado en el 2025. Una amiga me comentó que, en realidad, no hay diferencia entre el 31 de diciembre y el 1 de enero, pero, como todo en la vida, ¡esto depende de cada uno!
A mí me pasó que, el último día del año, estaba llena de buenas expectativas, contenta por el fin de un año duro como el 2024 y con ganas de vislumbrar todo lo bueno que el nuevo año podría traer.
Sin embargo, al día siguiente, en Año Nuevo, me sentí agobiada, estresada, con atisbos de ansiedad y tensión. ¿Y sabes por qué?
Es evidente que cenar tarde y en exceso no ayuda a sentirse bien, pero la principal causa era que había dejado de practicar el «mindfulness«, algo que comencé a hacer activamente el año pasado y que me fue de maravilla. En el momento en que fui consciente de esto, respiré, regresé al presente y todos mis miedos y preocupaciones desaparecieron.
La preocupación surge porque nos situamos en el futuro, cuando, en realidad, no sabemos qué nos va a deparar. ¿Cuántas veces nos preocupamos de manera inútil porque, al final, ese problema puede resolverse fácilmente o incluso no llegar a producirse? No podemos actuar en el futuro, pero sí en el aquí y el ahora, y lo que hacemos en el presente definitivamente se reflejará en el futuro.
Cuando este tipo de situaciones me ocurren y afloran los miedos, respiro, me observo y, ya alejada del futuro incierto, regreso al presente. Entonces me doy cuenta de que todo está bien. En ese momento me siento con salud y alegría, agradecida por los regalos que la vida me trae cada día, y percibo serenidad y confianza.
Todo problema trae una solución; toda dificultad esconde un aprendizaje y un desafío para crecer como personas. .Me entreno para tener esta visión en mis meditaciones diarias y en ellas, doy gracias a las situaciones que me sacan de mi zona de confort Los problemas, las dificultades e incluso las facturas no son nuestros enemigos, son parte de la vida. Según cómo las percibamos, pueden hacernos sufrir o proporcionarnos una sensación de poder cada vez que resolvemos alguna de ellas.
Practicar el mindfulness nos ayuda a conocernos mejor y también a conectar con nuestra esencia. Nos muestra la belleza que hay en cada mirada y en cada rincón, si realmente sabemos mirar. Nos abre un nuevo mundo de percepciones, junto con la certeza de que todo va a ir bien y de que, al final, todo se acaba resolviendo.
Macrotina



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